La superioridad nos hace pensar que somos
bueno, más que buenos que somos perfectos dioses los cuales merecen ser
venerados por los demás, gran error que cometemos tan a menudo que no nos damos
cuenta de ello; por ese mismo sentimiento de superioridad es que queremos que
los demás también sean perfectos o al menos ese tipo de perfección que
imaginamos con reglas, perjuicios, condiciones que buscamos pero que en
realidad esas normas son los defectos que cargamos y eso son justamente los que
más criticamos de las personas por nuestra inseguridades.
Un dicho común dice “no
digas nunca de esa agua no beberé” pues serás el primero en hacerlo. Pensamos y
pensamos en que aremos si… pero llegado el momento cometemos error tras error
por haber pensado de más de lo debido, por haber aconsejado a un amigo más de
lo necesario, por haber advertido a alguien más de lo que realmente uno mismo necesitaba…
simplemente el problema nace cuando pensamos en lo que deberán hacer los demás pues
confiamos que a nosotros jamás nos pasara
y si en el remoto caso llegase a pasar simplemente sabremos cómo manejarlo y si
no, como ya dije, nos creemos dioses para los cuales sus decisiones son 100%
correctas a pesar de que sea el error más obvio y claro de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario